EL PAPEL DE LA EDUCACIÓN



Para analizar las condiciones de vida de la población afrodescendiente, hemos decidido enfocar este análisis en la educación, ya que es una herramienta que puede impulsar el cambio en las mentalidades, en los estereotipos y el discurso de legitimidad del derecho frente las situaciones reales de los afrodescendientes. La educación, la entenderemos como una re (producción) del discurso político y como una herramienta para que la sociedad reconozca y acepte los cambios sociales que busca el Estado.

Sin embargo, para que la educación sea una herramienta estatal y tenga ese efecto en la gran masa social, necesita de  un “mínimo de aceptación y credibilidad” por parte de la comunidad. Y ¿Cómo se logra esto? Es posible a través de la ya mencionada eficacia simbólica. Esta tiene la capacidad de generar representación por medio del discurso político. Pero no se esta generando dicha representación, porque si bien esto radica en “representar con la voz y el ruido la existencia de un poder eficaz[1] esta representación seria falsa por   la indudablemente carecía de poder del Estado para evitar la discriminación, lo que hace que la educación no sea una herramienta ni  eficaz, ni real.

Si bien, la educación es una herramienta de re(producción) del discurso para que la población actué de determinada manera –eficacia instrumental—también es necesario que se la analice como método para congregar en la comunidad un sentimiento de legitimidad, es decir, una aceptación—y porque no—apropiación de dicho discurso.

No obstante, el Estado no ha invertido lo suficiente en esta herramienta, lo que ha generado resultados diferentes, como mayor desintegración y choqes sociales Así lo demuestra el observatorio de discriminación de la Universidad de los Andes en su informe “El derecho a no ser discriminado”:

 Los resultados de las pruebas de conocimientos expresan que el sistema educativo privado y público acrecienta la brecha de oportunidades entre ricos y pobres, y entre mestizos y afrodescendientes. La educación pagada es de calidad, mientras que la pública (la única a la que pueden acceder la mayoría de los afrocolombianos) es de mala calidad. En segundo lugar, los resultados de las pruebas, analizados en detalle en la versión extensa de este informe, indican que los departamentos mayoritariamente habitados por población afrocolombiana son aquellos que tienen menor acceso a educación de calidad. Finalmente, la falta de un sistema que garantice una educación de calidad aumenta la repetición de cursos por parte de los estudiantes afrocolombianos y es un incentivo para la deserción escolar.”[2]
 La información anterior permite afirmar con seguridad que la población afrodescendiente es excluida de las políticas educativas propuestas por el gobierno, carece de acceso a recursos y de programas diseñados exclusivamente para la situación de las comunidades afro. De igual forma, evidencia que se está desviando el objetivo de la educación y lo que genera es el incremento de desigualdad social y bajos oportunidades de progreso.
Puede aludirse, que la población afrodesenciente al ver el olvido y el diferente trato por parte del Estado, por ejemplo en inversión educativa, han perdido la legitimidad en su discurso político y en la actualidad no los aceptan. Como  lo resalto Jamir, su comunidad ya no reconocen en ellos—los políticos-- sus aspiraciones y sus anhelos, solo ven en estas palabras un vacío ilusorio que los lleva a subsumirse en la idea de que nunca recibirán la ayuda que necesitan.

Frente a esto, para cambiar dicha situación,  se debe recurrir al concepto de eficacia instrumental ya mencionado, pues es vital que el poderoso instrumento de la educación tenga un efecto real en el pensamiento de la sociedad. Efecto que permita  un cambio en la mentalidad precoz de la sociedad y que genere acciones—positivas o negativas—por parte de los colombianos al percibir que el Estado no juega cuando se habla en materia de discriminación y, que quizás, hacer una mala jugada traerá sus consecuencias. Es necesario el trabajo en conjunto, por una parte, de la legitimad y sentimiento de apropiación del discurso por parte del pueblo dada por la eficacia simbólica y, por otra parte, la acción y posible sanción al cumplimiento o desacato de dicho discurso, generado por la eficacia instrumental. Esta unión permitirá que los afrodescendientes se desarrollen en un ambiente culto en donde las “diferencias” se reduzcan y se enmienden los derechos de dicha población hacia una vida digna y con igualdad, tanto frente a la ley como a la sociedad.

Bajo este panorama cuando el discurso político no funciona y pierde su poder de repercusión en la sociedad, es casi imposible que nazca un sentimiento de legitimidad y por lo tanto no se genera “representación”. Es en este contexto,   con carencia de eficacia simbólica, y  como un efecto domino, también una precaria condición de la eficacia instrumental, cuando no se ve a la norma o a los instrumentos jurídicos como métodos para la acción ni de cumplimiento ni de sanción, pues sencillamente no son reconocidos e incluso se ignoran por la sociedad.
Como no lo hicieron saber “nuestros hermanos negros” [ver dicha sección] los afrocolombianos desean que se dé un verdadero trabajo de  eficacia instrumental y simbólica, para que la educación llegue a ser realmente una herramienta que fomente un cambio en el comportamiento y mentalidad de la sociedad, lo cual siempre la autoridad estatal  ha prometido y nunca ha cumplido.
                                             



[1]  García Villegas, Mauricio. 1991. “Eficacia simbólica y eficacia instrumental del derecho”. El Otro Derecho, Nº 7, Bogotá, ILSA. pp. 12
[2] Informe “El derecho a no ser discriminado”. Observatorio de discriminación de la Universidad de los Andes.  Pág 44.